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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS ALUMNOS Y SUPERIORES
DEL ALMO COLEGIO CAPRÁNICA


Sábado 18 de enero de 1997

 

1. Os acojo con gran alegría, queridos alumnos del Almo Colegio Capránica, así como al ex rector y recién ordenado obispo, monseñor Luciano Pacomio, que ha querido acompañaros una vez más en este encuentro anual, con ocasión de la memoria de vuestra patrona santa Inés.

Le agradezco, monseñor, las amables palabras que me ha dirigido, y le expreso mi profundo reconocimiento por el servicio que ha prestado durante estos años en la comunidad del Colegio Capránica, particularmente amada por el Papa a causa del empeño con que, desde hace más de cinco siglos, sostiene la formación de candidatos al sacerdocio y de sacerdotes jóvenes. Le deseo que dedique con fruto sus cualidades de ingenio y corazón, tan apreciadas por sus queridos alumnos del Colegio, al servicio de los fieles de Mondovì.

2. Creo que la ordenación episcopal del rector ha infundido mayor fervor espiritual en toda la comunidad, llamando a cada uno a reflexionar en la gracia y las exigencias del ministerio pastoral en la Iglesia.

Se trata de una reflexión que yo mismo, durante los meses pasados, con ocasión de mi jubileo sacerdotal, me he sentido invitado a reanudar y profundizar. Fruto de dicha reflexión, desarrollada bajo la mirada de Dios en la oración, ha sido el libro «Don y misterio». Quisiera entregaros hoy simbólicamente este testimonio mío, con el deseo de que siempre agradezcáis el inestimable don del sacerdocio, que el Señor ha querido ofreceros, llamándoos a la plena configuración con Cristo, sumo sacerdote y buen pastor.

Ante la ya inminente celebración de la memoria litúrgica de santa Inés, invoco la intercesión de la joven romana sobre cada uno de vosotros y sobre la comunidad del Colegio Capránica. Que ella obtenga al ex rector, que se prepara para afrontar su nueva misión entre los fieles de Mondovì, y a todos los alumnos del Almo Colegio Capránica, la fidelidad incondicional a Cristo, que resplandece en su testimonio de virgen y mártir.

Por mi parte, os acompaño con la oración y con la bendición apostólica, que extiendo de buen grado a vuestros seres queridos. 

 



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