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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LAS HERMANAS ARMENIAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Viernes 27 de junio de 1997

 

Reverenda madre superiora;
queridas religiosas de la congregación
de Hermanas armenias de la Inmaculada Concepción:

1. Con ocasión del 150 aniversario de la erección de vuestra congregación, fundada por el Catholicós Antoine Pierre IX Hassoun y por la madre Srpuhì Hagiantonian, me alegra acogeros en la casa del Sucesor de Pedro, donde se encontraron, hace algunos días, los obispos del patriarcado armenio católico, reunidos entonces en Sínodo en Roma. Al recibiros, mi pensamiento se dirige al pueblo armenio, duramente probado a lo largo de este siglo; también conservo el recuerdo de la reciente visita del patriarca Karekin y del patriarca Aram, a los que renuevo de corazón en esta circunstancia mis sentimientos fraternos.

Deseo dar gracias al Señor por la fidelidad de vuestros fundadores a la Santa Sede y por su adhesión a la causa de la unidad de la Iglesia. En la perspectiva, que tanto gustaba a Nersès IV .norhali y a Gregorio el Iluminador, la comunidad cristiana armenia se esfuerza por hacer de la comunión eclesial el primer deber de los pastores y de los fieles. Algunas religiosas que os han precedido han dado su vida con tal de permanecer fieles a Cristo y a su Iglesia, y también a su consagración. Que la sangre de los mártires armenios sea una semilla evangélica, para que se realice plenamente la unidad de los cristianos, por la que oró Jesús al Padre.

2. Las religiosas de vuestro instituto, herederas de Hripsimè y de sus compañeras, desde su origen se han esforzado por dar testimonio de Cristo mediante la oración, la vida ascética, la difusión de la palabra de Dios y la ayuda caritativa a las familias pobres. Durante los períodos de la historia reciente, en que los armenios han sufrido más, ellas se entregaron incansablemente a consolar a sus hermanos, con una intensa caridad.

Con la fuerza de vuestra herencia espiritual dentro de la comunidad cristiana armenia, que se prepara para celebrar su XVII centenario, conservad vuestra vocación específica. Con la contemplación, contribuís a elevar el mundo a Dios y participáis misteriosamente en la santificación de todo el pueblo. Meditando el Evangelio y orando al Señor, con la ayuda de los salmos, recibís las gracias necesarias para cumplir vuestra misión.

Os exhorto, asimismo, a proseguir vuestra tarea de formadoras de la juventud, en Armenia y en los países donde estáis presentes, para hacer que las jóvenes se abran a los valores humanos, cívicos y cristianos, y para favorecer la promoción de la mujer, así como las relaciones entre los cristianos de las diferentes confesiones y con los no cristianos.

3. Proseguid también hoy la obra inicial «en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María». Para hacerlo, os invito a poner siempre vuestra confianza en la Madre del Salvador y a tomarla cada día como modelo del amor a Dios y al prójimo, pues ella supo acoger la palabra del ángel, estar disponible a la llamada divina y ponerse al servicio de su prima Isabel.

Al final de nuestro encuentro, os encomiendo a la Virgen Inmaculada, pidiéndole que os asista en vuestra vida religiosa y en el apostolado que realizáis. De todo corazón os imparto la bendición apostólica a vosotras, así como a todas vuestras hermanas y a las personas que se benefician de vuestro celo pastoral.



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