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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS PEREGRINOS QUE PARTICIPARON EN LA BEATIFICACIÓN
 

Lunes 15 de abril de 2002

 

Amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Al día siguiente de la proclamación de seis nuevos beatos, me alegra encontrarme nuevamente con todos vosotros, que habéis venido a Roma para participar en esta solemne celebración eclesial. En este clima de fiesta, en sintonía con el júbilo pascual, queremos contemplar una vez más las maravillas realizadas por el Señor a través de la vida y de la actividad de los nuevos beatos:  Cayetano Errico, Ludovico Pavoni, Luis Variara, María Romero, Artémides Zatti y María del Tránsito de Jesús Sacramentado. Queremos profundizar su espiritualidad y  acoger  su ejemplo, para seguirlos en su generoso camino hacia la santidad.

2. Me dirijo ante todo a vosotros, amadísimos Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, y a cuantos comparten con vosotros la alegría por la beatificación de Cayetano Errico, apóstol del amor misericordioso de Dios y mártir del confesonario.

¡Cuánta necesidad tiene nuestra época de personas que anuncien la ternura y el perdón de Dios a los pecadores, en particular mediante el sacramento de la penitencia! En el secreto del confesonario se confía a los sacerdotes un gran ministerio, como reafirmé en la carta que dirigí a todos los sacerdotes con ocasión del Jueves santo:  "El buen Pastor —les escribí—, mediante el rostro y la voz del sacerdote, se hace cercano a cada uno, para entablar con él un diálogo personal hecho de escucha, de consejo, de consuelo y de perdón" (n. 9).

A los jansenistas, que insistían demasiado en la justicia de Dios, infundiendo en las almas miedo y desaliento, Cayetano Errico contraponía el anuncio de la misericordia divina. No se cansaba de exhortar a los sacerdotes:  "Si vienen almas llenas de culpas graves, animadlas a levantarse, impulsadlas a la confianza, decidles que el Señor las perdonará a todas, si se arrepienten de corazón". ¡Cuánto habla aún hoy al corazón del hombre el amor misericordioso de Dios, que estimula a vencer el mal, el sufrimiento, la injusticia y el pecado!

3. Os saludo cordialmente a vosotros, amadísimos Hijos de María Inmaculada, que, juntamente con toda la comunidad eclesial, os alegráis por la beatificación de vuestro fundador, Ludovico Pavoni. El nuevo beato supo elaborar, siguiendo la secular tradición de Brescia, un método educativo que se basa en los medios típicos de la pedagogía preventiva, como la religión y la razón, el amor y la dulzura, la vigilancia y el conocimiento.

Logró organizar un modelo de instrucción y de formación para el trabajo, que fue el preludio de las modernas escuelas profesionales, introduciendo reformas que anticiparon proféticamente la doctrina social de la Iglesia, expresada después en la Rerum novarum de León XIII. Pero ¿cuál fue el secreto de una actividad tan intensa? Él mismo nos lo recuerda:  "En la fe bien meditada encuentra apoyo muy seguro la voluntad y el corazón, poniendo toda nuestra confianza en Dios. La firme esperanza mantiene la verdadera humildad... La caridad bien encendida en el corazón hará sentir vivamente los intereses de Dios y del prójimo".

4. Me alegra saludar también a los peregrinos italianos que han venido a Roma para la beatificación de don Luis Variara y del coadjutor salesiano Artémides Zatti. Me uno a la alegría de las parroquias de Viarigi, en la diócesis de Asti, y de Boretto, en la diócesis de Reggio Emilia, por la exaltación de los hijos de su tierra.

5. Saludo ahora con gran afecto a los peregrinos latinoamericanos, especialmente de Costa Rica, Nicaragua, Colombia y Argentina, venidos para participar con júbilo en la solemne ceremonia de la beatificación del padre Luis Variara, sor María Romero y Artémides Zatti, todos ellos salesianos, y de la madre María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas, argentina y fundadora de las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas.

La gran familia salesiana añade ahora a la legión de santos y beatos salesianos tres nuevos nombres.

Su vida no quedó escondida dentro de los muros de su comunidad religiosa. Se ha manifestado con sus obras y ha llegado a tantos hombres y mujeres, niños y jóvenes, que les conocieron y se beneficiaron de su labor apostólica inspirada en las enseñanzas de don Bosco.

El padre Luis Variara se presenta a nuestros ojos enriqueciendo el carisma salesiano, al que siempre fue fiel, con una nueva dimensión, la de fundador de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, con la intención de ser paño de lágrimas de los más segregados y a veces olvidados de la sociedad. Su vida invita a tender una mano a todos, a no despreciar a nadie, a ser acogedor. Hoy Colombia, donde vivió y dio lo mejor de sí con la ayuda de la gracia de Dios, puede encontrar en los ejemplos de este testigo de Jesucristo una ayuda para superar la dura situación que vive desde hace tantos años y encaminarse hacia una sociedad más fraterna y solidaria.

6. El coadjutor Artémides Zatti sembró en las tierras de Viedma, con su incesante y alegre actividad en favor de los enfermos, la misericordia que Jesús nos invitó a practicar:  "Estuve enfermo y me visitasteis" (Mt 25, 36). Su carácter jovial y su especial competencia, unidos a una disponibilidad sin límites, le hicieron acreedor de la simpatía y aprecio de sus contemporáneos, lo cual ha de pervivir hoy con una disposición a imitar sus valiosos ejemplos, favoreciendo en todos los profesionales del campo de la salud una renovada actitud de servicio al enfermo que lleve a primar su condición de persona, provista de unos derechos inalienables.

De sor María Romero atrae su servicio a los pobres, con creatividad y eficacia. Las obras que ella fundó para promover la vida cristiana de los más necesitados y aliviar la situación de necesidad por la que pasaban tantos habitantes de San José y su periferia subsisten hoy en día y continúan dando motivos de fundada esperanza por medio de gestos de solidaridad hacia los más pobres. Que no llegue a faltar nunca este servicio que tanto honor da a la Iglesia de Cristo.

7. La populosa ciudad de Córdoba, en Argentina, fue testigo privilegiado de la santidad de vida de la beata madre María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas. Su vida es un canto a las maravillas que Dios realiza en los acontecimientos comunes de la vida cotidiana. Sin espectaculares manifestaciones, esta nueva beata recorrió el camino de la santidad captando en cada momento la cercanía de Jesús y su invitación a seguirle hasta las últimas consecuencias.

Interrogándose seriamente sobre lo que Dios quería de ella, descubrió su vocación franciscana y la inspiración de un proyecto de vida religiosa que se ocupara de ayudar a la mujer a desempeñarse en la experiencia de fe. Supo ser firme y, a la vez, paciente y comprensiva, abrazar la cruz en las dificultades y permanecer en humilde silencio aun cuando sobre ella pesaban graves humillaciones y desprecios. Que su testimonio sirva de ejemplo a tantos compatriotas suyos que en la hora presente han de seguir con entusiasmo su vida de cristianos y ciudadanos, sin caer en la tentación del desánimo o, lo que sería peor, con espíritu de rivalidad o de revancha.

8. Amadísimos hermanos y hermanas, ¡qué espléndida compañía nos ofrece el Señor en estos nuevos beatos! Mientras admiramos sus ejemplos de santidad, esforcémonos por seguir sus huellas, para ser también nosotros testigos valientes del Evangelio.

La Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de todos los santos, os guíe y proteja siempre a lo largo de vuestro camino. Os acompañe también la bendición, que con afecto os imparto a vosotros, aquí presentes, a vuestras familias, a vuestras comunidades de proveniencia y a todos vuestros seres queridos.



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