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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL COMITÉ QUE PREPARÓ SU VISTA A BOSNIA Y HERZEGOVINA


Jueves 4 de diciembre de 2003

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Os acojo con alegría, y os dirijo mi cordial saludo a cada uno de vosotros, que habéis venido a Roma para devolverme la visita pastoral que realicé a Banja Luka el pasado 22 de junio. Con el corazón lleno de gratitud por la cordial acogida que me dispensasteis entonces, os doy a cada uno mi bienvenida.

Saludo, ante todo, al obispo de Banja Luka, monseñor Franjo Komarica, y le agradezco las amables palabras que, también en calidad de presidente de la Conferencia episcopal de Bosnia y Herzegovina, me ha dirigido en nombre de todos los presentes. Dirijo también un saludo fraterno al estimado y querido cardenal Vinko Puljic, arzobispo de Vrhbosna, así como al auxiliar, monseñor Pero Sudar, y al querido y celoso obispo de Mostar-Duvno y administrador apostólico de Trebinja-Mrkan, que no ha podido participar en este encuentro. Mi deferente saludo va, asimismo, al presidente de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina, señor Dragan Covic, y a los demás miembros de la Presidencia, así como a los señores ministros presentes y a todas las autoridades civiles del país, a las que agradezco el empeño que pusieron para el éxito de mi visita pastoral.

2. En Banja Luka tuve la gran alegría de proclamar beato a un joven originario de esa ciudad, Iván Merz. Que su luminoso ejemplo de santidad estimule a los laicos católicos a comprometerse a testimoniar el Evangelio, criterio y orientación fundamental de los cristianos de todos los tiempos.

Este joven, como escribieron los obispos de vuestra tierra, "tiene en verdad mucho que decir y testimoniar" (Carta pastoral de los obispos) a toda persona de buena voluntad. Quizá la enseñanza más profunda es la que se lee en su Diario, el 5 de febrero de 1918, cuando Europa estaba en plena guerra y él se encontraba en el frente:  "¡Jamás olvidar a Dios! ¡Desear siempre unirse a él!".

3. Estas palabras revisten un significado particular para vuestro país, mientras trata de superar muchos sufrimientos, que son consecuencia de un régimen opresivo y de una larga guerra. Podrá superar esta difícil situación gracias a la realización de instituciones democráticas a nivel político y administrativo. En cualquier caso, será más necesario que cada uno cultive una auténtica renovación espiritual, mediante la cual se abra al perdón, a la reconciliación y al respeto recíproco de la identidad cultural y religiosa.

Estos son los caminos que conducen a la creación de una sociedad próspera y serena, libre y solidaria; este es el camino que hace posible la tan anhelada vuelta de los prófugos y de los exiliados a sus ciudades nativas, en un clima de seguridad y de plena libertad.

4. Es grande el desafío que debéis afrontar:  "¡Jamás olvidar a Dios!". Os aseguro el  apoyo de mi oración, y deseo animaros a seguir adelante con confianza.

Sobre vosotros y sobre vuestra querida patria descienda la bendición de Dios.

¡Alabados sean Jesús y María!

 



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