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MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA SOBRE
"EL EMPRESARIO: RESPONSABILIDAD SOCIAL Y GLOBALIZACIÓN"

 

A mi venerable hermano
Cardenal RENATO R. MARTINO
Presidente del
Consejo pontificio Justicia y paz

Me ha alegrado la noticia de la conferencia sobre "El empresario:  responsabilidad social y globalización", que se está celebrando durante estos días bajo el patrocinio del Consejo pontificio Justicia y paz y de la Unión internacional de empresarios cristianos. Le pido que tenga la amabilidad de transmitir a todos los presentes mi afectuoso saludo y mis mejores deseos.

Espero que la Conferencia sea una fuente de inspiración y de compromiso renovado para los empresarios cristianos en su esfuerzo por dar testimonio de los valores del reino de Dios en el mundo del comercio. En efecto, su trabajo está arraigado en el dominio y en la administración de la tierra, que Dios ha encomendado al hombre (cf. Gn 1, 27), y se expresa de modo particular en la promoción de iniciativas económicas creativas que pueden beneficiar mucho a las demás personas y aumentar su nivel material de vida. Dado que "ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios" (Lumen gentium, 36), los cristianos que ocupan cargos de responsabilidad en el mundo de los negocios afrontan el desafío de conjugar la búsqueda legítima de ganancias con una solicitud más profunda para difundir la solidaridad y eliminar la plaga de la pobreza, que sigue afligiendo a tantos miembros de la familia humana.

Esta conferencia se celebra en un momento en que el sector financiero y comercial está tomando cada vez más conciencia de la necesidad de sanas prácticas éticas que aseguren que la actividad comercial siga siendo sensible a sus dimensiones fundamentales:  humana y social. Dado que la búsqueda de ganancias no es el único fin de esa actividad, el Evangelio desafía a los empresarios a respetar tanto la dignidad y la creatividad de sus empleados y clientes como las exigencias del bien común. A nivel personal, están llamados a desarrollar importantes virtudes, como "la diligencia, la laboriosidad, la prudencia en asumir los riesgos razonables, la fiabilidad y la lealtad en las relaciones interpersonales, la resolución de ánimo en la ejecución de decisiones difíciles y dolorosas" (Centesimus annus, 32). En un mundo tentado por el consumismo y el materialismo, los empresarios cristianos están llamados a afirmar la prioridad del "ser" sobre el "tener".

Entre las cuestiones éticas más importantes que afronta en la actualidad la comunidad empresarial están las relacionadas con el impacto de la mercadotecnia y la publicidad globales sobre las culturas y los valores de diversos países y pueblos. Una sana globalización, llevada a cabo respetando los valores de las diferentes naciones y grupos étnicos, puede contribuir de modo significativo a la unidad de la familia humana y permitir formas de cooperación que no sean sólo económicas, sino también sociales y culturales. La globalización no debe ser simplemente otro nombre de la relativización absoluta de los valores y la homogeneización de los estilos de vida y de las culturas. Para que esto suceda, los líderes cristianos, también en el ámbito comercial, están llamados a dar testimonio de la fuerza liberadora y transformadora de la verdad cristiana, que nos impulsa a poner todos nuestros talentos, nuestros recursos intelectuales, nuestra capacidad de persuasión, nuestra experiencia y nuestra habilidad al servicio de Dios, de nuestro prójimo y del bien común de la familia humana.

Con estos sentimientos, expreso mis mejores deseos para las deliberaciones de la Conferencia y de buen grado invoco sobre todos los participantes las bendiciones divinas de sabiduría, alegría y paz.

Vaticano, 3 de marzo de 2004

JUAN PABLO II



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