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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS EN LA SALA PABLO VI


Sábado 13 de marzo de 2004

 

Amadísimos jóvenes universitarios:

1. Es para mí motivo de singular alegría encontrarme con vosotros con ocasión de la segunda Jornada europea de los universitarios. A cada uno de vosotros, que provenís de diversos ateneos de Roma y de otras ciudades italianas, os dirijo un saludo cordial, a la vez que os agradezco vuestra presencia rica de entusiasmo. Saludo al cardenal vicario y a las autoridades civiles y académicas presentes.

Dirijo un "gracias" sincero a mons. Leuzzi y a cuantos han colaborado en la preparación de este acontecimiento, al coro y a la orquesta interuniversitarios que lo han animado, al Centro televisivo vaticano y a la Radio vaticana, que han hecho posible su difusión a varias naciones europeas.

Con gran afecto extiendo mi saludo a los jóvenes en conexión con nosotros vía satélite desde Praga (República Checa), Nicosia (Chipre), Gniezno (Polonia), Vilna (Lituania), Riga (Letonia), Tallin (Estonia), Liubliana (Eslovenia), Budapest (Hungría), La Valletta (Malta) y Bratislava (Eslovaquia). Se trata de los diez países que entrarán en la Unión europea.

2. Esta vigilia mariana reviste un fuerte valor simbólico. En efecto, también a vosotros, queridos universitarios, se os confía un papel importante en la construcción de la Europa unida, firmemente enraizada en las tradiciones y en los valores espirituales que la han modelado. A este respecto, la universidad constituye uno de los ámbitos típicos donde se ha formado, a lo largo de los siglos, una cultura marcada por un determinante influjo cristiano. Es preciso que este rico patrimonio de ideales no se pierda.

María, a quien hemos invocado muchas veces como Sedes Sapientiae, os proteja a cada uno de vosotros, vuestros estudios y vuestro compromiso de formación cultural y espiritual.

3. Vosotros, queridos jóvenes de Roma, dentro de poco iréis, llevando la cruz, a la iglesia de Santa Inés en Agone, donde renovaréis juntos la profesión de fe. A esta peregrinación se unen idealmente los universitarios de los demás países, a los cuales envío mi cordial saludo.

(A continuación, dirigió un afectuoso saludo en las respectivas lenguas a los jóvenes universitarios de las diez naciones de Europa con las que estaban en conexión vía satélite. Después prosiguió:

A vosotros, aquí presentes, y a cuantos están unidos a nosotros a través de la radio y la televisión, imparto una especial bendición, que de buen grado extiendo a vuestras familias, a vuestras naciones y a toda Europa.

 



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