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CARTA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
A MONS. FRANCISCO BARBADO VIEJO, OBISPO DE SALAMANCA,
EN EL 25 ANIVERSARIO DE SU ORDENACIÓN EPISCOPAL

 

Venerable Hermano,
Salud y Apostólica Bendición.

Puesto que en breve se cumplirá el vigésimo quinto año desde que tú, Venerable Hermano, fuiste creado Obispo, es justo que des gracias a Dios que durante este largo espacio de tiempo te ha protegido y te ha colmado con la abundancia de sus dones.

Al llegar esta memorable fecha queremos, con el mayor agrado, manifestarte nuestra felicitación y nuestras votos para colmar tu alegría y la del sagrado clero y fieles de esa Diócesis salmantina. Sirvan estas Nuestras letras para testimoniarte claramente el afecto que en la benevolencia de nuestro corazón te profesamos, y para tributarte nuestras alabanzas y el estímulo por los trabajos a que estás consagrado.

Pues tanto al gobernar la Diócesis de Coria como la de Salamanca, que tienes ahora encomendada, han sido grandes tus méritos y te has manifestado como buen Pastor por tu ardiente celo por la gloria de Dios, por la abundancia de tu doctrina sagrada y por tu gran constancia en el cumplimiento, día tras día, de tu misión.

Especialmente, en tu honor debe recaer tu extraordinaria preocupación por la Universidad salmantina, ínclito ornamento y gloria de esa ciudad, y por haber construido el Seminario Menor. Y ahora, después que un incendio destruyó el Seminario Mayor, te entregas con gran solicitud a la reconstrucción de ese artístico monumento. Al agradecerte los comienzos de esta reconstrucción queremos rogarte y estimularte, tanto a ti como a todos aquellos a quienes corresponde, a llevar esta obra definitivamente a cabo, pues de ello han de provenir extraordinarios beneficios para esa Diócesis, y ya de antemano nos gozamos can una cierta y alegre esperanza.

Humildemente pedimos a Jesucristo, corona de los Prelados, las riquezas de su gracia para ti, a fin de que, con ocasión de esta jubilosa fecha, saques nuevas fuerzas, proyectes nuevos planes, para que puedas progresar con renovada esfuerzo en tu actividad y puedas brillar más y más en la caridad para con Dios y para con el prójimo, tanto en el afecto de tu alma como en la actividad de tu vida.

Y para que más saludablemente celebres esta fecha de tu consagración episcopal, te concedemos facultad para que en el día que mejor quieras des en nuestro nombre y con nuestra autoridad la Bendición Papal con Indulgencia Plenaria a los fieles presentes en ella.

Finalmente, no nos queda sino enviarte, con ,nuestros mejores deseos, a ti, Venerable Hermano, y a la grey encomendada a tu gobierno la Bendición Apostólica.

Dada en Roma, junto a San Pedro, el día 31 de mayo de 1960, segundo de nuestro Pontificado.

JUAN PP XXIII



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