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CARTA DEL SUMO PONTÍFICE JUAN XXIII
CON MOTIVO DE LA FIESTA DE LA INDEPENDENCIA
DE LA REPÚBLICA DEL NÍGER
*

 

A nuestro venerable y estimado hermano Hipólito Berlier,
obispo de Niamey.

Respondiendo a vuestra demanda filial, gustosos os dirigimos, con ocasión de la celebración de la independencia del Níger, este mensaje que será un nuevo testimonio de nuestra paternal benevolencia hacia ese país y de nuestra participación en la alegría de todas las gentes del Níger. Lo hacemos, por otra parte, más gustosos por haberos conferido Nos mismo hace algunos meses, la plenitud del sacerdocio, durante una conmovedora ceremonia cuyo recuerdo está todavía vivo en nuestra memoria. Más recientemente, en la fiesta de nuestro aniversario, tuvimos la alegría de acoger en el Vaticano a una misión extraordinaria enviada por el Gobierno del Níger, cuya distinción y delicadeza hemos apreciado vivamente.

¿Cómo no felicitar hoy al pueblo nigeriano? Pues, los primeros meses de su joven independencia, no han desmentido sus más antiguas tradiciones. Acostumbrados a vastos horizontes y abiertos a regiones, razas y sistemas de vida tan diversos, los habitantes del Níger saben mostrarse acogedores a todos, aprecian la comprensión entre los individuos, las familias y los pueblos, y de ello dan prueba con frecuencia. Sean, pues, felicitados y los esfuerzos generosamente realizados por las autoridades para el desarrollo económico y cultural, como para la concordia exterior, encuentren en todos los ciudadanos un asentimiento cada día más profundo. De esta manera vuestro país podrá ocupar con toda seguridad el puesto que le corresponde entre las naciones.

Nuestros hijos católicos no son por su parte los últimos—tenemos esta convicción—en colaborar en las tareas comunes. Fieles a las exigencias de su fe católica, llevan muy grabados en su corazón los sentimientos de unidad y de fraternidad; ellos quieren contribuir a la prosperidad material lo mismo que al progreso social y cultural; pretenden, sobre todo, ser ejemplos vivos de fe en la divina providencia y testimonio del amor que Dios tiene a los hombres. Haciendo esto no decepcionarán en lo que legítimamente espera de ellos el Gobierno en su lucha por el bien común de la nación.

En este día de fiesta nuestro querido delegado para el África occidental, al que enviamos especialmente para ocupar nuestro puesto entre los nigerianos, será intérprete autorizado del amor paternal que os tenemos, particularmente a los débiles, a los pobres, a los que sufren en su cuerpo y en su alma. Formularnos para todos y para cada uno los mejores deseos de prosperidad, de bienestar y de paz. Pedimos gustosos para todo el país, para sus jefes y habitantes, una gran efusión de bendiciones divinas, en prenda de las cuales os enviamos, venerable y estimado hermano, nuestra más afectuosa bendición apostólica.

Vaticano, 18 de diciembre de 1961.

JUAN PP. XXIII

 


* AAS 53 (1961) 822-823;  Discorsi, messaggi, colloqui, vol. IV, págs. 1026-1027.



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