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CARTA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
EN EL V CENTENARIO DEL TRÁNSITO DE SANTA CATALINA DE BOLONIA

 

A nuestro querido hijo
Santiago S. R. E. cardenal Lercaro
Arzobispo de Bolonia

Querido hijo nuestro, salud y bendición apostólica.

Con toda clase de preces y augurios deseamos que las sacras solemnidades que estás preparando con motivo del V centenario del tránsito a la patria celestial de Santa Catalina de Vigri tengan un feliz éxito y consigan fecundos frutos de piedad.

La piedad con que los boloñeses, de acuerdo con sus mayores, honran a Santa Catalina —llegaron a llamarla la santa por antonomasia— brillará más viva y vehementemente al recordar, como lo pide su centenario, las virtudes, obras y merecimientos de la virgen sagrada, ínclita gloria y decoro de Bolonia, cuna de hombres generosos. Pedirán juntamente con los votos por su patrocinio el que sea su fiel custodia, lo mismo que lo ha sido en los tiempos pasados, intercediendo con su favor por esta ciudad, que es suya, y no por un único título,

Aunque Ferrara se honre merecidamente con su nombre, por haber sido educada allí y allí haber abrazado la vida religiosa, sin embargo, con mayor razón Bolonia pide para sí su gloria, su presencia y su tutela. Pues ahí nació, ahí fue nombrada primera abadesa del monasterio de las monjas del Corpus Domini, ahí formó su corazón (cfr. Sal 83,6), y de virtud en virtud subió a altas cumbres, consiguiendo precia dos dones místicos, no sin trabajos, dolores y fatigas siendo una “peritísima maestra de la milicia interior”: (C. Mansueti de Monte Carlo, Vita altera 1,6). Escribiendo libros de ascética formó a otros en la justicia y, sin faltarle ninguna dote de alma privilegiada, también cultivó las artes liberales, verdadero ejemplo para esos ciudadanos de versátil ingenio.

Del todo se acomodan a Santa Catalina los honores con que San Cipriano exalta a las sagradas vírgenes. “Flor del jardín de la Iglesia, decoro y ornato de la gracia espiritual..., imagen de Dios, toda llena de la santidad del Señor” (De habita virginum, 3).

De todo corazón deseamos que la oportuna festividad que se prepara, al poner en la cumbre del honor a esta virgen de admirable ejemplo, y haciendo expandir ampliamente la suave fragancia de tan delicado lirio, lleve a muchos a aceptar la disciplina cristiana y estimule la práctica de la justicia, de la piedad y de la fe (cfr. Tim 6,11).

Pues al honrar a los santos del cielo, lo primero que hemos de tener en cuenta es el seguir alegres sus pasos, Ojalá Santa Catalina vuelva complaciente su mirada hacia sus boloñeses y les consiga de Dios ayuda y consuelo, para que esta festividad florezca en gozo espiritual y deje un recuerdo durable y grato.

Alentándoos con estas amantes palabras, de corazón concedemos la bendición apostólica, prenda de la ayuda celestial, a ti, querido hijo nuestro, a los miembros de la familia franciscana, al clero y pueblo encomendados a tus cuidados, que va a celebrar el V centenario del tránsito de Santa Catalina de Bolonia.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 13 de febrero de 1963, quinto año de nuestro pontificado.

JUAN PP.XXIII



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