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JUAN XXIII

MENSAJE URBI ET ORBI*

Navidad, domingo 25 de diciembre de 1960

 

Hijos y hermanos:

El sagrado rito celebrado en el templo pide el don de la más solemne bendición, abierta desde aquí a todo el mundo.

Nos alegra sellar así la triple celebración litúrgica de las misas de Navidad que ha llenado de íntimo gozo el corazón de todos los creyentes.

El misterio de la misa es, en cierto modo, una renovación del misterio de Belén, además del de la cruz.

Jesús, Verbo Divino, se presentó como hombre y salvador desde que su Madre bendita, por obra del Espíritu Santo, lo engendró según el anuncio angélico, y apareciendo bajo las sagradas especies en todos los altares del mundo, verdadero Dios y verdadero Hombre, renueva místicamente el prodigio como por una continuada encarnación que Él nos da hasta el fin de los tiempos, por lo que fue llamado "Emmanuel", Dios con nosotros.

Esta misa, celebrada por el humilde sucesor de San Pedro, está asociada a los sacerdotes de la Iglesia en el mundo entero por la misma bendición y consagración eucarística con que Jesús poco antes de la Pasión, instituyó el sacramento de su permanencia real entre los hombres, bajo las especies del pan y del vino.

La gran bendición final del Papa es, desde este balcón, sello de la bendición de los Obispos y sacerdotes, distribuida a manos llenas sobre el mundo entero.

El Papa la imparte "Urbi et Orbi" en nombre de Jesús con cinco especiales intenciones:

Por los niños, ante todo, que son en este día los más cercanos al Divino Infante de Belén: por la inocencia que brilla en sus ojos; porque son la promesa del futuro cuyo misterio reposa en el corazón de Cristo, el Rey glorioso y triunfal de los siglos.

Por los trabajadores, que hoy, en la intimidad de la familia, gustan más a fondo de aquella serenidad que las preocupaciones y los sacrificios de la vida hacen a veces difícil descubrir y gozar.

Por los que sufren, de cualquier clase y grupo social, afligidos por enfermedades del cuerpo o del espíritu. Esta intención tiene especial referencia a cuantos sufren "propter iustitiam" (Mat., 5, 10), en el ejercicio de su libertad fuertemente restringida y controlada.

Imploramos vivamente la gran bendición de Dios sobre los más altos responsables del orden cívico, con el deseo sincero de que su servicio en favor de los pueblos sirva, dentro del respeto a la verdad y a la libertad, de edificación y de verdadero y sano progreso humano y cristiano, individual y social.

Por último, nuestra bendición para toda la familia de la Iglesia universal, esparcida en el mundo, para que continúe ofreciendo sus riquezas espirituales a todos los hombres, a menudo descarriados e inseguros, para luz y consuelo en la vida presente, para seguridad en la futura.

Como fruto de esta gran bendición, confiada a la misericordiosa bondad del Divino Salvador, auguramos a todos la renovación del fervor religioso, la tranquilidad del orden, la alegría y la paz de las almas, de las familias y de toda la humanidad.

Recibid gratamente, hermanos e hijos, esta felicitación de Navidad con la que queremos enlazar nuestro afectuoso saludo para todo lo largo del 1961.

Os la repetimos con diversos acentos:

Buon Natale e felice Auno Nuovo.

Bonne féte de Noél et Bonne Année.

A happy and blessed Christmas to you all.

Santas y felices Pascuas de Navidad y próspero Año Nuevo.

Boas Festas e Feliz Ano Novo.

Ein gnadenvolles Weihnachtsfest und ein gesegnetes Neures Jahrl

Mirom gospodu pomólimsia —Gospodi pomilui.

Christos Razdágetsial Slavite jehól

Christós ghennáte: proskimísomen aftól

Kalá Christúghennal Chronia pollál

Hermanos e hijos queridísimos: Alegría y ánimo en el Señor. Aquí tenéis la anunciada y confortadora bendición apostólica. De todo corazón la damos a los presentes en este solemne rito y a cuantos a través de los amplios caminos del éter, en devoto recogimiento, han podido ver, escuchar y comprender.


* Discorsi, messaggi, colloqui, vol. III, págs. 103-105.



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