Index   Back Top Print

[ ES  - FR ]

PEREGRINACIÓN DEL PAPA PABLO VI A TIERRA SANTA

HORA SANTA EN LA BASÍLICA DEL SANTO SEPULCRO

Sábado 4 de enero de 1964

 

I) — EXHORTACIÓN

Hermanos e Hijos:

Ahora es necesario que nuestras almas se despierten, que nuestras conciencias se iluminen y que bajo la mirada llena de luz de Cristo todas las fuerzas de nuestras almas se pongan en tensión.

Tomemos ahora conciencia con sincero dolor de todos nuestros pecados, tomemos conciencia de los pecados de nuestros padres, de los pecados de la historia pasada, tomemos conciencia de los pecados de nuestra época, de los pecados del mundo en el cual vivimos.

Y para que nuestro dolor no sea ni débil, ni temerario, sino humilde,
para que no sea desesperado, sino lleno de fe,
para que no sea pasivo, sino orante,
únase al de Jesucristo Nuestro Señor, paciente hasta la muerte y obediente hasta la cruz,
y evocando su recuerdo conmovedor, imploremos su misericordia que nos salva.

Tres veces:
V) Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R) Porque por tu Santa Cruz has rescatado al mundo.

 

II) — EL RECUERDO
(Memorial de Su Pasión)

Allí donde Tú, oh Señor Jesús,  
el inocente, fuiste acusado,
el justo, fuiste juzgado,
el santo, fuiste condenado,
Tú, Hijo del hombre, fuiste torturado, crucificado y muerto,
Tú, Hijo de Dios, fuiste vituperado, burlado, renegado,
Tú, la luz, conociste las tinieblas,
Tú, el Rey fuiste levantado en una Cruz,
Tú, la Vida, soportaste al muerte,
Y Tú, muerto resucitaste a la vida.
(Dialogado)  
V) Nos acordamos de Ti, R) Oh Señor Jesús
V) Te adoramos, R) Oh Señor Jesús
V) Te invocamos, R) Oh Señor Jesús

 

III) — LA MEDITACIÓN
(Comprender lo que sus sufrimientos nos enseñan)

Meditemos ahora:

Aquí, oh Señor Jesús,  
Tu Pasión ha sido ofrendada (Is 53, 7)
  prevista,
aceptada,
querida,
ha sido sacrificio: Tú fuiste la Víctima, Tú fuiste el Sacerdote.
Aquí Tu muerte fue la expresión
  fue la medida de los pecados humanos,
fue el holocausto del más grande de los heroísmos,
fue el precio ofrecido a la justicia divina,
fue la prueba del amor supremo.
Aquí libraron combate la vida y la muerte,
Aquí Tú lograste la victoria, oh Cristo, muerto por nosotros y resucitado por nosotros.

(Dialogado). Tres veces:
¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios santo e inmortal, ten piedad de nosotros!
Agios o Theós, Agios ischyrós, Agios athánatos, eléison imas!

 

IV) — LA CONFESIÓN

Henos aquí, oh Señor Jesús:  
hemos venido como los culpables vuelven al lugar de su delito,
hemos venido como aquel que Te ha seguido, pero que también Te ha traicionado; fieles, infieles, lo hemos sido muchas veces;
hemos venido para confesar la misteriosa relación entre nuestros pecados y Tu Pasión: nuestras obra, Tu obra;
hemos venido para golpearnos el pecho, para pedirte perdón, para implorar tu misericordia;
hemos venido porque sabemos que Tú puedes, Tú quieres perdonarnos.
Porque Tú has expiado con nosotros Tú eres nuestra redención,
Tú eres nuestra esperanza.
   
(Dialogado)  
   
V) Cordero de Dios, que quitas
los pecados del mundo,
R) Perdónanos, oh Señor;
V) Cordero de Dios, que quitas
los pecados del mundo,
R) Escucha nuestra voz, oh Señor;
V) Cordero de Dios, que quitas
los pecados del mundo,
R) Ten piedad de nosotros, oh Señor

IV) — LA IMPLORACIÓN

 

Señor Jesús nuestro Redentor.

Reanima en nosotros el deseo y la confianza de tu perdón, reafirma nuestra voluntad de conversión y de lealtad, haznos gustar la certidumbre y también la dicha de tu misericordia.

 

Señor Jesús nuestro Redentor y Maestro,

Danos la fuerza de perdonar a los demás para que también nosotros seamos realmente perdonados por Ti.

Señor Jesús nuestro Redentor y Pastor,

Infunde en nosotros la capacidad de amar, puesto que Tú quieres que según tú ejemplo y con la ayuda de Tu gracia nosotros te amemos, así como a todos aquellos que son nuestros hermanos en Ti.

Señor Jesús nuestro Redentor y nuestra Paz,

Que nos hiciste conocer tu supremo deseo: "Que todos sean uno", escucha este deseo con el que nosotros nos identificamos y que aquí se ha transformado en nuestra oración: "Que todos nosotros seamos uno".

Señor Jesús nuestro Redentor y nuestro Mediador,

Infunde eficacia ante el Padre de los cielos a las plegarias que Le dirigimos ahora en el espíritu Santo.

Hermanos e hijos, ¡recemos!

¡Oremos! V) Arrodillémonos.
R) Levantaos.

Omnipotente y sempiterno Dios que revelaste Tu gloria a todos los pueblos cristianos: defiende la obra de Tu misericordia, a fin de que Tu Iglesia, difundida en todo el orbe se mantenga firme con fe estable en la confesión de Tu nombre. Por el mismo Nuestro Señor Jesucristo que vive contigo y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

R) Así sea.

¡Oremos! V) Arrodillémonos.
R) Levantaos.

Omnipotente y sempiterno Dios, consuelo de los tristes, fortaleza de los que sufren: lleguen a Ti las plegarias de los que claman por cualquier aflicción; para que todos gocen de Tu misericordia en sus miserias. Por el mismo Nuestro Señor Jesucristo que vive contigo y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

R) Así sea.

¡Oremos! V) Arrodillémonos.
R) Levantaos.

Omnipotente y sempiterno Dios, que no buscas la muerte, sino la vida de los pecadores: acepta favorablemente nuestra plegaria y líbralos del culto de los pecados e incorpóralos a Tu Iglesia santa en alabanza y gloria de tu nombre.

Por el mismo Nuestro Señor Jesucristo que vive contigo y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

R) Así sea.

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana