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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE PABLO VI
A UNA PEREGRINACIÓN ESTUDIANTIL DE ESTRASBURGO


Jueves 2 de abril de 1964

 

Queridos hijos e hijas:

La abundancia de audiencias en estas fiestas pascuales no nos permite consagrar a cada una todo el tiempo que quisiéramos. Pero vuestro grupo tan numeroso y simpático, guiado por sus consiliarios, y por el señor obispo coadjutor de Estrasburgo, tiene títulos suficientes para recibir, en la casa del Papa, una acogida cordial y unas palabras de elogio y bendición.

1. En primer lugar sois juventud, y la Iglesia, lo sabéis, ama a la juventud. ¿Acaso no se encuentra ella en un esfuerzo constante de rejuvenecimiento? El retorno anual de la fiesta de la Pascua ¿no le recuerda que su Esposo, Cristo, es para ella la fuente inagotable de una vida sin ocaso, “Fons aquae salientis in vitam aeternam” (Jn 4-, 14)? Conservad, desarrollad, sin cesar esta juventud del alma, fruto sabroso de su contacto íntimo con la Vida por excelencia, Aquel que ha resucitado para ya no morir (cf. Rm 6, 9). Que la resplandeciente luz de la fe ilumine vuestro camino y os haga cada día descubrir a Cristo, y buscarlo aún después de haberlo encontrado, para mejor poseerlo.

2. En segundo lugar, sois estudiantes, que es como decir almas en estado de formación y con oportunidad de recibir las grandes orientaciones que decidirán toda vuestra vida. Aprended bien esta ciencia de la elección, pues la vida es una elección, o mejor dicho, una serie de elecciones, una serie de opciones, un aprendizaje continuo del empleo de la libertad, y una conquista diaria de sí mismo por el esfuerzo y el sacrificio, pues la verdadera libertad se conquista; está en los antípodas de la facilidad, del dejarse llevar, del abandono a los deseos o inclinaciones que con tanta frecuencia nos solicitan en el mundo de hoy. Supone una disciplina interior clara y generosa, ¡que sea vuestro honor y vuestra felicidad conseguirla y hacer que los demás la consigan!

3. Finalmente, la mayoría, sois chicas jóvenes esto es, el día de mañana, la mayor parte, las esposa y madres de familia, que la Iglesia espera. Queridas hijas, lo sabéis como Nos, hay que prepararse para la primera comunión; para renovar las promesas del bautismo. Permitidnos deciros, ¡con cuánta mayor razón habrá que prepararse para el matrimonio! Y en este punto, nada de lamentos o reproches, es todo elogios lo que tenemos para la diócesis de Estrasburgo, pues sabemos que funciona allí y se desarrolla felizmente una “escuela de preparación para el matrimonio”. Esto es un motivo de gozo y consolación, y también un motivo de esperanza; quisiéramos que ejemplo tan oportuno, tan bienhechor, se contagiara y extendiera cada vez más por las diócesis, donde ya, gracias a Dios, se organizan cursillos o retiros con este mismo fin. A vosotras os decimos con confianza, aprovechad las preciosas posibilidades que la Providencia pone a vuestra disposición, aprovechad para prepararos, para ser el día de mañana cristianas convencidas, sólidamente formadas, que serán el orgullo de sus educadoras, orgullo de las tradiciones familiares de la Alsacia cristiana, y el orgullo de la Iglesia.

Estos son los deseos que formulamos ante Dios sobre vosotros, y al paso que pedimos a Dios las gracias que esperáis de vuestra peregrinación, os concedemos de corazón, queridos hijos e hijas, la bendición apostólica que habéis venido a solicitar.



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