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PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A ASIA ORIENTAL, OCEANÍA Y AUSTRALIA

DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE INDONESIA*

Yakarta
Jueves 3 de diciembre de 1970

 

Señor Presidente:

Con gran satisfacción Nos hemos recibido vuestra insistente invitación a detenernos en Yakarta y Nos hemos querido corresponder a ella, a pesar de lo largo de Nuestro viaje, en señal de estima por vuestro pueblo tan querido y tan numeroso, y de reconocimiento por las buenas relaciones amistosas oficialmente establecidas entre la Nación Indonesia y la Santa Sede. Nos os expresamos, así como a los miembros de vuestro Gobierno, Nuestro vivo agradecimiento por la extraordinaria acogida que Nos hemos hallado entre vosotros.

Nos hemos tenido asimismo el deseo de expresar al pueblo indonesio Nuestro aprecio por su dinamismo y su voluntad de progreso y Nuestro respeto por sus tradiciones espirituales. La creencia en un Dios único, ¿no está acaso inscrita a la cabeza de los cinco principios fundamentales de la vida nacional?

Nuestro cargo Nos ha impulsado a saludar especialmente a aquellos que comparten nuestra fe, los católicos de Indonesia. Bajo la guía de los obispos y del clero indonesio, ayudados por valerosos misioneros, los católicos de este país viven la doble fidelidad a los principios cristianos que tienen en común con todos sus hermanos en la misma fe por todo el mundo y a los valores propios de su cultura nacional. Ellos son igual que los demás, hijos leales de Indonesia. deseosos de construir en unión con sus compatriotas una nación capaz de asegurar a todos las condiciones de vida que correspondan a su dignidad de la persona humana. Si la Iglesia católica solicita la posibilidad de difundir libremente su fe y de ver a sus fieles libres para cumplir sus deberes religiosos, dentro del marco de las instituciones establecidas por el Estado, ella desea al mismo tiempo expresar su confianza y su estima por el destino humano y religioso del pueblo indonesio y, con la preocupación de tomar parte en la realización de un desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres, ofrece sus servicios en sus diversas instituciones sociales (cfr. Populorum Progressio, 42).

Así, pues, sin estar situados al mismo nivel, persiguiendo el Estado objetivos de orden temporal, mientras que la Iglesia tiene sobre todo el cuidado de la elevación espiritual, es posible y deseable una feliz colaboración, pues las dos acciones son complementarias y concurren al desarrollo del hombre en su dimensión integral.

Nos pedimos a Dios Todopoderoso que bendiga vuestra persona y la de vuestros colaboradores en la dirección de este inmenso país, y a todo el pueblo indonesio.

SEKIAN SAN TERMA KASIH. (Aquí termino dándoos muchas gracias).


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.51 p.7.

 



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