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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA FUNDACIÓN BLANQUERNA
DE LA DIÓCESIS DE BARCELONA (ESPAÑA)

Viernes, 3 de mayo de 2024

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Querido hermano,

queridos amigos:

Estoy contento de saludarlos de nuevo, algunos de ustedes ya estuvieron aquí para el encuentro de la Federación de Universidades Católicas, ya conocen el camino, son casi de casa. Me llamó mucho la atención su nombre: Blanquerna, este ilustre personaje literario del que se sirve el beato Ramón Llull para hacer una precisa descripción de la sociedad de su tiempo. A la vez el filósofo intenta dar, de forma pedagógica, unos modelos de vida cristiana que puedan servir a cualquier persona para seguir a Cristo, donde Él lo llame.

Y todo esto es una lección de una actualidad asombrosa, ya que nos habla de un lenguaje nuevo y accesible, una manera de comunicar tal vez inusual para la época, pero agradable y clara para sus contemporáneos. Una pedagogía que se aleja de los héroes fantásticos que buscan evadirnos de nuestra realidad, como eran entonces los personajes caballerescos y, por el contrario, nos propone modelos de vida sencillos, modelos de vida naturales, en los que poder servir al Señor y ser felices. Cuánto dolor y frustración producen en la actualidad, incluso más que en tiempos del beato, los estereotipos inalcanzables que nos pretenden imponer los mercados y los grupos de presión. Qué gran tarea descubrir a los jóvenes el proyecto de Dios para cada uno de ellos.

Vuestra fundación, y la entera Universidad Ramón Llull, al tomar este nombre, asume este ilusionante compromiso. En primer lugar, trabajando por devolver a la familia a su primigenia vocación en la sociedad, a ejemplo de los padres de nuestro protagonista. De igual modo, ofreciendo a los jóvenes distintos caminos de vida, que como las etapas que va completando nuestro personaje, les ayuden a superar los desafíos que esta les presente. Y también creando la certeza de que los pasos del héroe cristiano no están marcados por el afán de carrerismo, sino son respuesta a una llamada. El carrerismo hace tanto daño, tanto daño, porque no es comunitario, es individualista, y eso hace daño.

Presentando con valentía que el ser requerido en cargos de cada vez más responsabilidad debe ser el resultado de una excelencia en el servicio hasta ahora confiado. Y, sobre todo, enseñándoles que, una vez cumplida su tarea, como nuestro protagonista, aun cuando se haya llegado al Supremo Pontificado, el cristiano debe tender al encuentro con el Señor, a la dedicación plena al servicio divino. O sea, siempre, en la base está el bautismo que te ha hecho cristiano y estés donde estés, eres un bautizado, eres una bautizada que tiene que responder allí y no desde los escalafones a los que uno puede llegar en la vida.

Esta es la idea que me gustaría que ustedes llevasen de vuelta a su Universidad y a los demás proyectos educativos que promocionan. Formar, sí, con un lenguaje actual, moderno, ágil, pedagógico, con un análisis certero de la realidad; pero —siempre hay un “pero” en la vida— teniendo en cuenta que formamos hombres y mujeres cabales, no réplicas ilusorias de ideales imposibles. Me permito, por ejemplo, mencionar algunas universidades que he conocido en América demasiado liberales que sólo buscan formar técnicos y especialistas. Se olvidan que tienen que formar hombres y mujeres, personas íntegras que intentan dar lo mejor de sí en el servicio al que Dios los llame, sabiendo que son peregrinos, que en realidad todo es camino hacia una meta que supera esta realidad, el encuentro del amigo con el amado, en ese amor que derramado en nuestros corazones nos da la fuerza de avanzar.

Al final del libro, el beato Llull nos propone una meditación diaria, escogí la número 124 que por ser bisiesto correspondería idealmente al día de hoy. Dice así: «Preguntaron al Amigo cuáles eran las mayores tinieblas. Respondió que la ausencia de su Amado; y preguntado cuál era el resplandor mayor, dijo que la presencia de su Amado». Este es mi deseo para ustedes, que puedan iluminar las vidas de sus alumnos con la presencia de Jesús, que esta certeza los haga conscientes de su dignidad de amigos, de Dios y de los hombres, y que sean capaces de disipar las tinieblas que recubren este mundo alejado de su verdadera esencia. Que Jesús los bendiga, que la Virgen santa los cuide, y por favor no se olviden de rezar por mí, pero a favor, no en contra.



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