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PAPA FRANCISCO

MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE

Justicia con misericordia

Viernes 24 de febrero de 2017

 

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 9, viernes 3 de marzo de 2017

 

«Señor, que yo sea justo, pero justo con misericordia»: es la oración sugerida por el Papa Francisco para no caer en el «engaño hipócrita» de la «casuística», en la «lógica del “se puede” y “no se puede”». Conscientes de que «en Dios justicia es misericordia y misericordia es justicia». Son estas las líneas esenciales de la reflexión propuesta por el Pontífice en la misa celebrada el viernes 24 de febrero, por la mañana, en Santa Marta.

«Había tres grupos de personas que seguían a Jesús» hizo notar Francisco, refiriéndose al pasaje evangélico de Marcos (10, 1-12) propuesto por la liturgia. Y así, ante todo, «la muchedumbre le seguía para aprender, porque Él hablaba con autoridad». Claro, añadió, le seguían también, para hacerse curar». El segundo grupo está compuesto por «doctores de la ley» que, en cambio, «le seguían para ponerle a prueba: se acercaban y para ponerle a la prueba le preguntaban cosas». Están además «los discípulos, el tercer grupo: le seguían porque estaban unidos a Él, Jesús mismo les había llamado para estar cerca». Y así «estos tres grupos seguían siempre a Jesús».

Marcos narra que al Señor «se acercan estos doctores de la ley: está claro, lo dice el Evangelio, para ponerlo a la prueba preguntaban a Jesús si es lícito para un marido repudiar a su mujer». Pero «Jesús —explicó el Papa— no responde si sea lícito o no sea lícito; no entra en su lógica casuística, porque ellos pensaban solamente en la fe en términos de “se puede” o “no se puede”, hasta donde “se puede”, hasta donde “no se puede”». Pero en «esa lógica de la casuística Jesús no entra». Es más, a ellos «les formula una pregunta: “¿qué os ha ordenado Moisés?”». En realidad pregunta «“¿qué hay en vuestra ley?”».

Para responder a esta pregunta de Jesús, hizo presente Francisco, los doctores de la ley «explican el permiso que ha dado Moisés para repudiar a la mujer, y son precisamente ellos los que caen en la trampa, porque Jesús les califica de “duros de corazón”». Y se dirige a ellos así: «Por la dureza de vuestro corazón Él les escribió para vosotros esta norma». Y así Jesús «dice la verdad, sin casuística, sin permisos, la verdad: “desde el inicio de la creación, Dios les hizo hombre y mujer”». Y sigue: «por eso el hombre dejará a su padre y a su madre» y «se pone en camino», y «se unirá a su mujer y los dos se convertirán en una sola carne». Por ello «ya no son dos, sino una sola carne». Y esta, afirmó el Papa, «no es ni casuística, ni permiso: es la verdad; Jesús dice siempre la verdad».

Marcos, además, narra en su Evangelio la reacción del «tercer grupo, los discípulos, en casa: le preguntan de nuevo sobre este argumento para entender mejor, porque ellos conocían este permiso de Moisés, esta ley de Moisés». Y «Jesús una vez más es muy claro: “Quien repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio hacia ella; y si ella, repudiado el marido, se casa con otro, comete adulterio».

Entonces Jesús dice «la verdad», afirmó el Pontífice. Él «sale de la lógica casuística y explica cómo han sido creadas las cosas, explica la verdad». Pero «seguramente, alguien puede pensar: “sí, la verdad es esta, pero tú, Jesús, ¡tú has ido allí a hablar con una adúltera!”». Y además «muchas veces adúltera: cinco, creo». Por ello, actuando así, «te has convertido en impuro. Y te has convertido en impuro también porque ella era pagana, era una samaritana. Y hablar con uno que no era judío te hacía impuro y te has hecho impuro, también porque has bebido de su vaso, que no había sido purificado». Entonces, «¿cómo dices que esto es adulterio, que esto es grave y luego hablas con aquella, le explicas el catecismo y bebes también lo que ella te da?». Y aún más: «en otra ocasión te llevaron una adúltera —claro para todos: la descubrieron cometiendo adulterio— y tú, al final, ¿qué has dicho? “yo no te condeno, no peques más”. Pero ¿cómo se explica esto?» se podría, entonces, objetar. «Es el camino cristiano» fue la respuesta del Pontífice. Se trata del «camino de Jesús, porque también Él —pensemos en Mateo, en Zaqueo en los banquetes que hace con todos los pecadores— iba a su casa, a comer». Y «el camino de Jesús, se ve claro, es el camino de la casuística hacia la verdad y la misericordia: Jesús deja fuera la casuística». Y «a los que querían ponerle a prueba, a los que pensaban con esta lógica del “se puede”, les califica —no aquí, sino en otro pasaje del Evangelio— de hipócritas». Y esto vale incluso «con el cuarto mandamiento: estos negaban atender a los padres con la excusa de que habían dado una buena donación a la Iglesia, ¡hipócritas!». Porque, insistió Francisco, «la casuística es hipócrita, es un pensamiento hipócrita: “se puede, no se puede”». Un pensamiento «que luego se hace más sutil, más diabólico: “¿pero hasta aquí puedo?”. “Pero de aquí a aquí, no puedo”». Es «el engaño de la casuística». En cambio «no: de la casuística a la verdad pero la verdad es esta». Y «Jesús no negocia la verdad, nunca: la dice tal cual es».

Pero no está «sólo la verdad», explicó el Papa. Existe «también la misericordia, porque Él es la encarnación de la misericordia del Padre y no puede negarse a sí mismo». Y «no puede negarse a sí mismo porque es la verdad del Padre, y no puede negarse a sí mismo porque es la misericordia del Padre». Y «este —prosiguió— es el camino que Jesús nos enseña a recorrer: no es fácil, en la vida, cuando surgen las tentaciones: pensemos en las tentaciones en los negocios». En ese caso «los negociantes» dicen: «yo puedo hacer hasta aquí, despido estos trabajadores y gano más de allá». Es «la casuística», efectivamente. «Cuando la tentación te toca el corazón —afirmó el Papa— este camino de salir de la casuística a la verdad y a la misericordia no es fácil: se necesita la gracia de Dios para que nos ayude a seguir adelante así. Y debemos pedirla siempre».

«Señor, que yo sea justo, pero justo con misericordia» es la oración sugerida por Francisco. Pero «no justo, cubierto por la casuística». Sin embargo la oración que hay que dirigir al Señor es para ser «justo en la misericordia, como eres tú, justo en la misericordia». Y «luego uno de mentalidad casuística puede preguntar: ¿qué es lo más importante en Dios, justicia o misericordia?». Pero esto «es un pensamiento enfermo, que busca salir: ¿Qué es más importante?». En realidad «no son dos: es uno solo, una sola cosa. En Dios, justicia es misericordia y misericordia es justicia». Y «que el Señor —concluyó el Papa— nos ayude a entender este camino, que no es fácil, pero nos hará felices, a nosotros, y hará feliz a mucha gente».

 



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