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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS DIRECTIVOS Y EMPLEADOS DEL GRUPO FERROVIE DELLO STATO ITALIANE

Sala Clementina
Lunes, 16 de septiembre de 2019

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Sr. Director General,
Sres. y Sras. directivos:

Os saludo a todos cordialmente y agradezco al Dr. Battisti sus amables palabras.

Los Ferrocarriles Estatales son un medio de transporte y conexión fundamental para el país, además de representar un apoyo e incentivo para el desarrollo económico y social. Constituyen una articulación capilar que une las distintas zonas del país tanto desde un punto de vista práctico como ideal, fomentando el intercambio de personas y bienes, de experiencias y conocimientos, de cultura y riqueza.

Como directivos, tenéis una gran responsabilidad en nombre de la comunidad. En primer lugar, hacia los empleados, a los que estáis llamados a guiar y cuyas tareas organizáis. Que siempre encuentren en vosotros modelos de entrega y desinterés, capaces de conjugar la firmeza, propia de quien debe decidir, con la comprensión de quien se preocupa por los problemas y las necesidades concretas de las personas. Vuestra responsabilidad también se extiende a aquellos que, ocasional o diariamente, utilizan el tren como medio de transporte, para ir a trabajar o por turismo, o para visitar a sus seres queridos que viven lejos. En efecto, el esfuerzo por hacer más eficiente el servicio ferroviario repercute no poco en su calidad de vida, haciendo que sus viajes sean más rápidos y cómodos. Vuestra actividad se extiende, además, al conjunto de la sociedad, ya que la calidad del transporte ferroviario afecta a muchas dinámicas sociales y a las perspectivas económicas del propio país.

Son muchas las cuestiones que se os encomiendan, desde la seguridad en el trabajo hasta la gestión de las contratas, desde la sostenibilidad medioambiental hasta los aspectos regulatorios y la interacción con el territorio. Por eso es grande el esfuerzo que se os pide y os deseo que lo cumpláis con pasión, para trabajar con ese “algo más” de cuidado, disponibilidad y creatividad que caracteriza a los que aman las realidades y a las personas a las que sirven.

Este año celebráis la primera década de la alta velocidad, una obra pública de importancia estratégica, que proporciona una conexión esencial a lo largo de los principales ejes del país y que cada día ofrece a miles de pasajeros un servicio de alta calidad. Los progresos realizados y las innovaciones introducidas en este corto período de tiempo son realmente sensacionales, con un aumento de la velocidad del transporte, un incremento de los servicios y del confort para los pasajeros, una interacción cada vez más fuerte con los territorios y con otros medios de transporte, así como un gran desarrollo de las estaciones de alta velocidad.

Esta rápida evolución es el resultado de una planificación cuidadosa y prudente, de la que vosotros, los directivos, junto con la alta dirección de la empresa, sois los intérpretes y promotores. En una sociedad en rápida evolución como la nuestra, es imprescindible formular un plan de acción claro, inspirado en una visión de futuro que se está construyendo, que se adapte gradualmente a las nuevas circunstancias.

Esta visión es fruto de profundización y estudio, requiere la colaboración de expertos y un conocimiento profundo de las dinámicas de la sociedad, a cuyas necesidades quiere responder. Todavía más que en el pasado, debe ser una visión global de la realidad y de los problemas, porque nunca como en nuestros días es necesario reconocer que los individuos, los grupos, las comunidades locales y los Estados no son realidades que se bastan a sí mismas: la globalización nos pone frente a la urgente necesidad de trabajar y pensar juntos, porque no somos islas, sino más bien puntos de conexión.

Somos, de diferentes maneras y cada uno según su posición, empalmes. El empalme conecta, permite el paso de un camino a otro, de un ferrocarril a otro; los que actúan como empalmes no sólo piensan en sí mismos, sino que multiplican las relaciones y los proyectos compartidos, sabiendo que el bien de los individuos y de las comunidades, en todos los niveles, pasa por el bien de todos, y por lo tanto por el bien de cada uno .

Me gustaría expresar mi deseo de que los ferrocarriles italianos tengan siempre tres cualidades: que puedan ser cada vez más atractivos, sostenibles y solidarios.

Que sean atractivos porque sean capaces de atraer inversiones, mejorar la calidad, fomentar los intercambios comerciales y generar nuevas realidades empresariales. Que sean atractivos porque sean cada vez más bellos, lugares donde uno se siente bienvenido y a gusto, y donde sea agradable volver.

Que el transporte ferroviario sea cada vez más sostenible, tanto porque sea económico para el mundo de las empresas como para los ciudadanos, y porque respete el territorio que atraviesa y las comunidades a las que afecta. Que también sea sostenible desde el punto de vista medioambiental, aspecto al que ya dedicáis un gran esfuerzo, para garantizar que el impacto sea lo más limitado posible y que las emisiones de dióxido de carbono, tan nocivas para el ecosistema y su equilibrio, se reduzcan al máximo. No puedo sino elogiaros por este esfuerzo, que lleváis a cabo con decisiones estructurales precisas y que hacen que el tren sea el vehículo con el menor impacto, si lo comparamos con el del coche o el avión.

Por último, que los Ferrocarriles que pensáis para el futuro próximo sean cada vez más solidarios: favorezcan a las familias y den facilidades a los que más las necesitan, debido a su edad avanzada, a sus limitaciones físicas o a sus bajos ingresos. Que sean también solidarios por su difusión efectiva y por la calidad de los servicios que ofrecen en los distintos ámbitos y en los distintos tipos de trenes. La red ferroviaria, de hecho, es la encargada de conectar y mantener vivas las diferentes zonas del país, incluso las más remotas, como hacen las venas y los capilares, que llevan vida a los miembros más alejados del corazón. Por lo tanto, que los ferrocarriles se preocupen de que ningún centro quede excluido y, por lo tanto, marginado y empobrecido. Asimismo, que quienes viajan en trenes considerados secundarios no tengan que enfrentarse cada día a la fatiga del hacinamiento o a las difíciles condiciones ambientales de los vagones.

Este desafío ciertamente no depende sólo de vosotros y requiere la concomitancia de muchos factores, incluyendo la disponibilidad de grandes inversiones, pero que os encuentre comprometidos a garantizar que la oferta ferroviaria no conduzca a la discriminación entre usuarios más o menos afortunados, más o menos capaces de permitirse un viaje cómodo y digno. Este compromiso, en el que ya participáis activamente, responde a los principios de igualdad y no discriminación, que son los puntos principales de vuestro código ético.

Queridos amigos, os doy las gracias por vuestro servicio al bien común e invoco sobre vosotros la bendición de Dios. Y también os pido, por favor, que recéis por mí.


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 16 de septiembre de 2019.

 



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