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XVI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo de Ramos, 8 de abril de 2001

 

Siguiendo una tradición consolidada, dentro de poco los jóvenes italianos entregarán la cruz de los jóvenes a sus coetáneos canadienses, que acogerán en su país la XVII Jornada mundial de la juventud, en el verano del año próximo. Tendrá por tema:  "Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13-14). Una vez más la cruz reanuda la peregrinación por los caminos del mundo, junto con las jóvenes generaciones, que entran en el nuevo milenio llevando y siguiendo el signo de Cristo muerto y resucitado, vencedor del mal y de la muerte.

Saludo a los jóvenes canadienses presentes, encabezados por el arzobispo de Toronto, cardenal Ambrozic, y les confío la cruz. Os animo a prepararos bien para la próxima importante cita de la Jornada mundial de la juventud, que tiene por tema:  "Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13-14). Queridos jóvenes, disponeos a dar la bienvenida a los jóvenes del mundo entero en vuestro hermoso país, renovando vuestra fidelidad a Cristo, el Señor. Fidelidad a Cristo:  esta es mi invitación a todos los peregrinos de lengua inglesa. ¡Hasta nuestro encuentro en Toronto!

Saludo afectuosamente a los peregrinos de lengua francesa que han participado en la liturgia del domingo de Ramos, y de manera muy especial a los jóvenes de Canadá. Queridos jóvenes, que la preparación de la XVII Jornada mundial de la juventud sea una ocasión propicia para profundizar vuestra fe y vuestra vida con Cristo, así como para dar un testimonio renovado de vuestra caridad y de la alegre apertura de vuestro corazón a las dimensiones del mundo. Os acompaña mi oración y mi afectuosa bendición apostólica.

Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua alemana, en particular a los jóvenes cristianos. Queridos jóvenes amigos, esta mañana habéis cantado al Señor el "Hosanna". Que Jesucristo sea vuestro compañero de viaje y os guíe hacia la Jornada mundial de la juventud, que tendrá lugar en el verano del año próximo en Toronto. Si os orientáis hacia el Crucificado y Resucitado, ponéis vuestra vida bajo una buena estrella.

"Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo". Con estas palabras, lema de la próxima Jornada mundial de la juventud en Toronto, me dirijo a todos los jóvenes de lengua española. Llevad este anuncio gozoso, y al mismo tiempo exigente, a todos vuestros compañeros. Contáis con mi oración y cercanía en esta gran aventura de la evangelización.

Queridos jóvenes de lengua portuguesa, testigos de la entrega de la cruz de las Jornadas de la juventud a vuestros coetáneos de Canadá, os saludo con cordialidad a vosotros, a vuestras familias y grupos eclesiales, deseando a todos una gran solidaridad de corazón y de vida junto a la cruz de tantos crucificados.

La cruz que hoy entregamos a los jóvenes de Toronto ha de ser también para vosotros la luz en el camino de vuestra vida. En esta ocasión, recuerdo la Jornada mundial de la juventud que celebramos en Jasna Góra, en Czestochowa, y que fue histórica. Os pido que tengáis siempre vivo ese gran acontecimiento que vivimos hace algunos años y al mismo tiempo que miréis siempre hacia el futuro, pues las Jornadas mundiales de la juventud se trasladan de un lugar a otro, de un país a otro, de un continente a otro, del segundo milenio al tercero. ¡Que Dios os bendiga!

 



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