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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 14 de julio de 2002

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Con el mes de julio, inicia para muchos el período de las vacaciones. A quien se encuentra en los lugares de veraneo le deseo de corazón un sereno y provechoso descanso de cuerpo y de espíritu. Al mismo tiempo, no puedo por menos de recordar con afecto a cuantos, por el contrario, no tienen la posibilidad de ir de vacaciones. Pienso especialmente en los que están en las cárceles y en los hospitales, o en los que permanecen solos en sus hogares. A ellos quisiera asegurarles mi cercanía espiritual, deseándoles que no les falte la ayuda necesaria de parte de personas amigas.

Asimismo, expreso mi profundo aprecio por quien, con auténtico espíritu humano y cristiano, se dedica voluntariamente a ayudar a los necesitados, a los enfermos y a los que se encuentran en dificultades.

2. A este propósito, me complace recordar que precisamente hoy se celebra la memoria litúrgica de san Camilo de Lelis, patrono de los enfermos y de cuantos los asisten. Cuando era un joven soldado, la Providencia se sirvió de una llaga en un pie para hacer que viviera la experiencia del hospital, el "San Giacomo" de Roma. Y esa misma llaga volvió a conducirlo, años más tarde, al mismo hospital, donde se puso a asistir a los enfermos, especialmente a los más graves y repugnantes, en los que veía y servía a Jesús.

Al comprender la voluntad de Dios, se consagró totalmente a él para este importante servicio, y fundó una nueva Orden:  la de los Ministros de los Enfermos, llamados luego "camilos". Sobre el pecho, cosido en el hábito, llevan una gran cruz roja, para recordarse a sí mismos y a todos que Cristo es el médico divino, el verdadero salvador de la humanidad.

3. A María le encomendamos todas nuestras intenciones. Le pedimos que vele sobre la ya inminente Jornada mundial de la juventud, a fin de que sea una rica experiencia de fe y de compromiso cristiano para los jóvenes que se encuentren en Toronto.

A todos deseo un feliz domingo.

 



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