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JUAN PABLO II
MENSAJE URBI ET ORBI
Navidad, 25 de diciembre de 2003
1. Descendit de caelis Salvator mundi. Gaudeamus!
Bajó del cielo el Salvador del mundo.
¡ Alegrémonos!2. Resuena en el cielo el anuncio de los ángeles:
"En la ciudad de David,
os ha nacido un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2,11).
¡Qué asombro!
Naciendo en Belén, el Hijo eterno de Dios
entró en la historia de cada persona
que vive sobre la faz de la tierra.
Ya está presente en el mundo
como único Salvador de la humanidad.
Por esto nosotros le pedimos:
Salvator mundi, salva nos!
3. Sálvanos de los grandes males que afligen a la humanidad
al inicio del tercer milenio.
Sálvanos de las guerras y de los conflictos armados
que devastan regiones enteras del globo;
sálvanos de la plaga del terrorismo
y de las numerosas formas de violencia
que torturan a personas débiles e inermes.
Sálvanos del desánimo
para emprender los caminos de la paz,
ciertamente difíciles, pero posibles y por tanto obligados;
caminos apremiantes, siempre y doquier,
sobre todo en la tierra donde naciste tú,
Príncipe de la Paz.
4. Y tú, María, Virgen de la espera y del cumplimiento,
que conservas el secreto de la Navidad,
haznos capaces de reconocer en el Niño,
que estrechas en tus brazos, al Salvador anunciado,
que trae a todos la esperanza y la paz.
Contigo lo adoramos y decimos confiados:
tenemos necesidad de ti, Redentor del hombre,
que conoces las expectativas y ansias de nuestro corazón.
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana