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VIAJE APOSTÓLICO A GUATEMALA,
NICARAGUA, EL SALVADOR Y VENEZUELA

ENCUENTRO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON LOS PRESOS DEL RETÉN DE CATIA

Viernes 9 de febrero de 1996

 

Queridos hermanos:

En estos primeros momentos de mi Visita Pastoral a Venezuela, me complace dirigir un cordial saludo a vosotros, que estáis en este Retén Judicial de Los Flores de Catia. Con mis palabras os expreso mi afecto y os invito a esperar en el futuro.

Quisiera poder detenerme y hablar con cada uno de las vicisitudes que le han traído hasta este lugar. No siendo esto posible, me dirijo a todos vosotros, y también a los que están en las demás cárceles venezolanas, así como a las familias que sufren vuestra separación y esperan el deseado reencuentro.

Conozco las dificultades que sobrelleváis. Pero aún en medio de ellas ha de resonar en vuestras mentes la Palabra del Señor que nos recuerda constantemente que «Dios es amor» (Jn 4, 8) y que cada uno de nosotros es amado siempre por Dios. Os animo a que acojáis la invitación al cambio de vida que el Evangelio, Buena Noticia, propone a cada persona, y a que no os dejéis vencer por el pesimismo o el desaliento.

En estos días, algunos sacerdotes y laicos han venido aquí para anunciaros el designio de salvación y haceros presente la fe y la caridad de la Iglesia, que no os abandona. En tiempos sucesivos, ellos continuarán con esa hermosa misión, inspirada en las palabras del Señor, «estuve preso y me visitasteis» (Mt 25, 36), y con la cual Cristo mismo se os hace cercano. ¡Abridle vuestro corazón, aceptad el desafío de la conversión! Creyendo en el amor de Jesús, esforzaos en corresponder a ese amor, llegando a ser «hombres nuevos» (cf. Col 3, 10), lo cual se manifieste en un nuevo comportamiento con las personas y las cosas.

La Iglesia, como intérprete del mensaje de Cristo, aprecia y anima a quienes os ayudan a que los años de reclusión os sirvan para corregir el propio comportamiento y se favorezca así la reinserción en la sociedad con el compromiso de una vida coherente y honesta. Hago un apremiante llamado a la Administración de Justicia para que el sistema carcelario sea siempre respetuoso de la condición del hombre, es decir, que se promuevan, en éste y en los demás centros penitenciarios, condiciones de vida más acordes con la dignidad humana; que se favorezca la reeducación y formación de los detenidos y no se consientan nunca vejaciones ni tratos inhumanos.

Al encomendaros a la maternal protección de la Virgen María, os dejo estas reflexiones, que os transmito junto con mi estima y mi Bendición Apostólica como prenda de un futuro mejor.

A todos los aquí presentes, en esta circunstancia, dirijo también mis palabras muy cordiales. Éste es el primer momento de mi Visita a Venezuela. Espero que esta Visita, en la circunstancia actual, bajo la protección de Nuestra Señora de Coromoto, pueda ser beneficiosa para todos los venezolanos.

Que el Señor bendiga a todos los aquí presentes.

Muchas gracias.

 



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