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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DE LA JUNTA DE LA REGIÓN DEL LACIO


Sábado 15 de febrero de 1997

 

Señor presidente de la Junta regional;
señor presidente del Consejo regional;
ilustres miembros de la Junta y del Consejo;
gentiles señoras y señores:

1. Me alegra encontrarme con vosotros y desearos un año 1997 lleno de satisfacciones y frutos. Extiendo, de buen grado, este deseo a vuestras familias y a todos los ciudadanos de la región del Lacio. Os saludo cordialmente a cada uno, comenzando por el señor presidente de la Junta, a quien agradezco las palabras con las que me ha presentado vuestros cordiales sentimientos y ha expuesto los proyectos de la Administración regional.

La mirada de la Iglesia, como ha recordado el presidente, se dirige al año 2000 que, para gran parte de nuestros contemporáneos, representa una cita altamente significativa, un Año santo de singular importancia. En efecto, como escribí en la carta apostólica Tertio millennio adveniente, «los dos mil años del nacimiento de Cristo (...) representan un jubileo extraordinariamente grande no sólo para los cristianos, sino indirectamente para toda la humanidad, dado el papel primordial que el cristianismo ha desempeñado en estos dos milenios» (n. 15).

Como preparación del Año santo, la diócesis de Roma ha convocado una «misión ciudadana» que, precisamente durante estos días, prevé el comienzo de la distribución del evangelio según san Marcos a todas las familias de la ciudad. Por tanto, me alegra ofrecéroslo hoy también a vosotros, como testimonio de la «buena nueva» de Jesucristo, Hijo de Dios, único Salvador del mundo.

2. Este encuentro me ofrece una nueva oportunidad de confrontar y armonizar los objetivos de la comunidad eclesial y de la Administración regional del Lacio, en la perspectiva de ese acontecimiento.

Es sabido que la ciudad de Roma, juntamente con Jerusalén, constituye, por decirlo así, el polo de atracción del Año santo. Sin embargo, desde diversos puntos de vista, cobra gran importancia también el papel que, en su preparación y desarrollo, está llamada a desempeñar la Administración regional. La peregrinación es, por su naturaleza, una experiencia doble: espiritual, en la perspectiva de profundas y fuertes motivaciones religiosas, y práctica, en relación con hechos concretos como el camino, las paradas, las visitas, los traslados y los encuentros. La región del Lacio constituye el ámbito inmediato en el que se sitúa el centro de la peregrinación: la ciudad de Roma; un ámbito en el que abundan localidades de altísimo valor espiritual y cultural, bien comunicadas con otros centros de fuerte atracción para los peregrinos, en el Lacio o en otras regiones de Italia.

Todo esto invita a los administradores a ofrecer, con creatividad y a tiempo, oportunidades legislativas y energías empresariales, para aprovechar del mejor modo posible los diversos recursos con que cuenta el territorio regional. Se trata de recursos verdaderamente importantes: basta pensar en la notable riqueza de energías físicas e intelectuales de que disponen los habitantes de la región; en el excepcional patrimonio cultural distribuido en ella con gran variedad; y en el desarrollo de las estructuras de acogida, tanto laicas como religiosas. Deseo vivamente que la Administración regional y la comunidad eclesial trabajen respetando las competencias y con espíritu de gran colaboración para crear un ámbito acogedor y eficiente en torno a Roma.

3. Sin embargo, el carácter «extraordinario» de la perspectiva jubilar no debe hacernos olvidar los problemas «ordinarios» del territorio y de la gente que vive en él. El impacto social del jubileo exige que se afronten con esmero esos problemas para «el año de gracia del Señor », que se celebrará entonces.

Entre las cuestiones sociales que no pueden menos de ocupar nuestra atención diaria, merece especial relieve la cuestión del trabajo, relacionada con la crisis del desempleo, que afecta sobre todo a las generaciones jóvenes. En este ámbito, la Administración regional posee competencias y responsabilidades específicas que le permiten proyectar e intervenir, en particular, sosteniendo las instituciones educativas que preparan a los jóvenes para insertarse efectivamente en el mercado del trabajo.

Mientras recuerdo la gravedad del fenómeno del desempleo, quisiera, sin embargo, dirigiros a todos una cordial invitación a no desalentaros frente a su inquietante persistencia, sino, más bien, a redoblar vuestros esfuerzos por preparar las condiciones que conduzcan a su adecuada solución. Esta solución depende, ciertamente, de la cooperación de todos y de las políticas a gran escala. Con todo, es necesario que a este amplio compromiso de toda la sociedad se sume el vuestro como administradores regionales. Oro al Señor para que vuestra contribución en este sentido sea eficaz, de modo que los jóvenes y las familias del Lacio puedan mirar al futuro con renovada esperanza.

4. Ilustres señoras y señores, desde el trabajo la mirada se ensancha hacia otras grandes tareas propias de la Administración regional, como la política sanitaria o la del territorio y del ambiente. Bien sabéis cuánto preocupan a la Iglesia estos ámbitos, que influyen directamente en la calidad de vida de las personas. Merecen una consideración cada vez más atenta y valiente por parte de los administradores públicos y una fuerte capacidad de proyectación, en una relación de estrecha colaboración con todas las fuerzas presentes en el territorio.

Ya se está haciendo mucho en esa dirección; sin embargo, queda aún mucho por hacer, con el esfuerzo conjunto de todos. En particular, en el compromiso en favor del progreso social de las diversas comunidades laciales no puede faltar un sólido fundamento ético, ya que una sociedad fraterna y solidaria sólo se puede construir sobre la base de los valores humanos esenciales.

Pido al Señor que sostenga el esfuerzo de toda persona animada por el anhelo de servir al bien común y, mientras os renuevo a todos el deseo de que contribuyáis de forma eficaz al buen gobierno de esta ilustre región, os imparto a cada uno mi bendición, que complacido extiendo a vuestras familias y a toda la comunidad lacial.  



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