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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UNA DELEGACIÓN OFICIAL DE LA REPÚBLICA DE BULGARIA


Sábado 24 de mayo de 1997

 

Señor vicepresidente;
señores ministros; señoras y señores:

1. Me alegra particularmente acoger a vuestra delegación, que ha venido a Roma, siguiendo una tradición bien consolidada, con ocasión de la fiesta anual de los santos Cirilo y Metodio.

Vuestra peregrinación a la tumba de san Cirilo, en la antigua basílica de San Clemente, muestra que el pueblo búlgaro reconoce con gratitud la importancia de la misión evangelizadora que realizaron los santos hermanos.

La obra misionera de Cirilo y Metodio ha desempeñado un papel decisivo para el destino de los pueblos eslavos y ha caracterizado profundamente la historia espiritual y cultural de Europa.

Originarios de Salónica y enviados a las naciones eslavas por mandato de Constantinopla, los santos hermanos supieron predicar el Evangelio en comunión con toda la Iglesia. Incluso en los momentos difíciles y en la adversidad, preservaron los vínculos de unidad y de caridad, hasta el punto de convertirse en modelos para la unidad eclesial en Oriente y Occidente. Reflexionando en la importancia de ese gran período de la evangelización, escribí en la encíclica Slavorum apostoli que «para nosotros, hombres de hoy, su apostolado posee también la elocuencia de una llamada ecuménica: es una invitación a reconstruir, en la paz de la reconciliación, la unidad que fue gravemente resquebrajada en tiempos posteriores a los santos Cirilo y Metodio y, en primer lugar, la unidad entre Oriente y Occidente» (n. 13).

2. La acción de los santos hermanos presenta otra dimensión, relacionada estrechamente con su misión evangelizadora. No impusieron a las poblaciones eslavas su cultura griega, seguramente muy rica, sino que recordaron las palabras de la Escritura: «Toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre» (Flp 2, 11); se dedicaron a la traducción de los libros santos. «Sirviéndose del conocimiento de la propia lengua griega y de la propia cultura para esta obra ardua y singular, se prefijaron el cometido de comprender y penetrar la lengua, las costumbres y tradiciones propias de los pueblos eslavos, interpretando fielmente las aspiraciones y valores humanos que en ellos subsistían y se expresaban» (Slavorum apostoli, 10). Su obra, especialmente la creación de un alfabeto adaptado a la lengua eslava, dio una contribución esencial a la cultura y a la literatura del conjunto de las naciones eslavas.

Quiero recordar también que, a través de sus discípulos directos, la misión de los santos hermanos se ha afirmado y desarrollado en vuestro país gracias a centros de vida monástica muy dinámicos. El cristianismo se difundió enseguida desde Bulgaria hacia los países limítrofes, y se extendió hasta la Rus' de Kiev (cf. ib., 24).

3. Si hoy parece que una gran parte de Europa va en busca de su identidad, no puede hacerlo sin volver a sus raíces cristianas y, especialmente, a la obra de Cirilo y Metodio. Sin duda alguna, se trata de una contribución de gran importancia para la unidad de Europa en sus dimensiones religiosa, civil y cultural. Un estudio profundo de la acción y de la herencia de los santos hermanos permitirá redescubrir los valores que forjaron la identidad de Europa en el pasado, pero que también hoy pueden renovar el rostro de este continente.

A la vez que os agradezco vuestra amable visita, os expreso mis mejores deseos para vuestra delegación y para las autoridades y el pueblo búlgaro.

Espero que, actualizando la herencia de Cirilo y Metodio, todos contribuyáis activamente a la reconstrucción de vuestro país y también de Europa. Encomiendo estos deseos al Señor e imploro sobre vosotros los beneficios de sus bendiciones.



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