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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN LA PEREGRINACIÓN JUBILAR NACIONAL DE LA REPÚBLICA CHECA

Sábado 1 de abril de 2000

 

Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado;
ilustres representantes de la vida política;
amadísimos peregrinos de la República Checa:
 

1. Vuestra presencia, en tan gran número, me llena de alegría. Estáis realizando la peregrinación nacional del gran jubileo. ¡Bienvenidos a Roma, amadísimos hermanos y hermanas!

Saludo cordialmente al señor cardenal Miloslav Vlk, y al arzobispo Jan Graubner, presidente de la Conferencia episcopal checa, a quien agradezco las nobles palabras con las que ha querido manifestar vuestros sentimientos de comunión y afecto hacia el Sucesor de Pedro. Extiendo mi saludo a los queridos prelados, a los sacerdotes, a los consagrados y consagradas, y a todos vosotros, que habéis venido de Bohemia, Moravia y Silesia, así como a cuantos están unidos a nosotros mediante Radio Proglas; saludo, de modo particular, a los ancianos, a los enfermos y a los que sufren. Por medio de vosotros, deseo renovar la seguridad de mi cercanía espiritual a la entera nación checa, tan querida para mí:  las tres visitas pastorales, que la Providencia me ha concedido realizar a vuestro país, han dejado un recuerdo indeleble en mi corazón.

2. La Cuaresma que estamos viviendo, queridos hermanos y hermanas, nos hace una llamada apremiante a la conversión. Sólo un corazón consciente de que necesita una unión más profunda e íntima con Dios está dispuesto a cruzar el umbral de la Puerta santa; sólo quien se convierte realmente puede ser en el mundo testigo fiel y creíble de la vida nueva en Cristo. ¡Este es el significado auténtico del Año santo!

Reunidos en esta sala, dais hoy un testimonio de la unidad y el amor que distinguen a los verdaderos cristianos. Os exhorto a seguir viviendo esta solidaridad y a tener "el mismo pensar y el mismo sentir" (1 Co 1, 10), que es signo inequívoco de la presencia operante de Cristo en el mundo.

Cultivad con espíritu de humildad y obediencia el entendimiento y la colaboración efectiva con vuestros obispos, según la exhortación de san Ignacio de Antioquía:  "Preocupaos por hacerlo todo en la concordia de Dios, bajo la guía del obispo" (Ad Magn. 6, 1). Y sed testigos y artífices de unidad, para que todos los discípulos de Cristo lleguen cuanto antes a la comunión plena. El Señor, que es "nuestra paz" y ha derribado "el muro que nos separaba" (Ef 2, 14), siga guiando vuestro camino.

3. Vuestra sociedad está gustando finalmente el tiempo de la democracia y la libertad. Sin embargo, una secularización progresiva y un difundido relativismo moral interpelan a vuestra comunidad cristiana. Creéis, con razón, que la situación actual exige un esfuerzo constante en el ámbito de la catequesis en todos los niveles:  los niños, los jóvenes, la familia, la escuela, los medios de comunicación, el mundo del trabajo y de la cultura. ¡Os exhorto a no escatimar energías en este sector tan importante!

En el camino de formación evangélica es fundamental la labor de la familia. Queridos padres, ayudad a vuestros hijos a discernir los valores sobre los que tienen que construir su existencia. Y vosotros, queridos jóvenes, no os dejéis engañar por falsos mitos y espejismos. No caigáis en el engaño de un éxito fácil; al contrario, que vuestro corazón aspire siempre a los valores superiores, sin excluir del horizonte de vuestras elecciones la perspectiva de una entrega total a Dios a través de la consagración sacerdotal o religiosa.

Una familia unida es, ciertamente, una garantía para construir una sociedad responsable. Por tanto, que cada uno trabaje en el ámbito religioso, social y político para defender la familia y tutelar la vida humana, desde su concepción hasta su término natural.

4. La Iglesia, a lo largo de la historia, se ha esforzado siempre por dar su contribución al progreso espiritual y civil del país. Insertada vitalmente en la sociedad, no desea otra cosa que servir al hombre, señalándole los vastos horizontes de su dignidad y de la vocación que ha recibido de Dios, Creador y Redentor. Después de pasar por el crisol de la persecución, quiere ofrecer sus tesoros espirituales a todo el pueblo. No cabe duda de que el deseado acuerdo con el Estado, que regule de manera estable y armoniosa las relaciones recíprocas en un marco de respeto mutuo y colaboración leal, contribuirá a una mayor eficacia de la acción de la Iglesia en favor de todos los ciudadanos de la República Checa.

5. Amadísimos hermanos y hermanas, renovados y fortalecidos en vuestra adhesión a Cristo por esta peregrinación, volved a vuestra patria con una fe personal convencida y un amor intenso a la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

Que la Madre de Dios, a quien veneráis particularmente en Svatá Hora y en Svatý Kopecek, guíe vuestros pasos y sostenga vuestra coherencia diaria con los valores del Evangelio. Que el ejemplo de todos vuestros santos patronos os fortalezca interiormente para ser en vuestra patria "luz del mundo y sal de la tierra" (cf. Mt 5, 13-14).

Con estos sentimientos, os imparto de todo corazón a vosotros, a vuestras familias y al amado pueblo checo, una particular bendición apostólica.

¡Alabado sea Jesucristo!

 



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