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 MENSAJE DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL DIRECTOR GENERAL DE LA UNESCO
 CON OCASIÓN DEL CONGRESO MUNDIAL
DE MINISTROS DE EDUCACIÓN
SOBRE LA LUCHA CONTRA EL ANALFABETISMO

 

Sr. René Maheu
Director General de la UNESCO

Nos os estamos muy agradecidos por vuestra cortés carta de invitación a la Santa Sede para participar en el Congreso mundial de los Ministros de Educación sobre la lucha contra el analfabetismo que, de acuerdo con la resolución adoptada por la Conferencia General de la UNESCO, se realizará próximamente en Teherán. Haciéndonos representar en esta Conferencia por una Delegación dirigida por nuestro querido Hijo, Mons. Juan Benelli, Observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, Nos queremos manifestar la importancia que damos a estas reuniones, subrayar la esperanza de que marquen una etapa decisiva en la lucha contra uno de los grandes flagelos de nuestro tiempo y dar testimonio de que la Iglesia católica, por su parte, cumpliendo su misión religiosa, no deja de trabajar para elevar el nivel cultural y social de los hombres a los que presenta su mensaje, sin ninguna distinción de raza, de clase ni de origen.

Aunque en el pasado ha habido pueblos que ciertamente pudieron alcanzar una verdadera cultura sin recurrir a la escritura y si hoy los medios de comunicación audiovisuales ofrecen amplias posibilidades en este campo, ¿quién podría negar el aporte irremplazable procurado por la alfabetización, incomparable fuente de progreso tanto para las personas como para la sociedad? Es para el hombre un factor primordial de integración social, como también de enriquecimiento personal, de valoración profesional y de educación permanente, al mismo tiempo que un instrumento privilegiado de progreso económico y de desarrollo para la sociedad. Conviene señalar que sin la alfabetización el hombre no podría alcanzar las inmensas riquezas de las literaturas oriental y occidental y todos conocen el lugar particular que en ellas tiene la Biblia. Tampoco podría llegar a la aptitud para el juicio y al dominio del pensamiento que, permitiéndole' dominar informaciones y propagandas por la reflexión, lo hacen verdaderamente libre, capaz de asumir su destino y de comprometerse en la vida social de manera plenamente lúcida y deliberada.

Esto quiere decir que, para alcanzar plenamente sus objetivos, la alfabetización no debe quedarse en un proceso aislado, como una técnica pura, sino que debe estar integrada en el dinamismo global de la promoción de la persona. Este ideal, por otra parte, ha inspirado la acción de la Iglesia a través de los siglos y la ha llevado a propagar – no sin esfuerzos ni sacrificios – la lectura y la escritura, al anunciar el Evangelio de Cristo. Hoy colabora con alegría con los organismos nacionales e internacionales – muy particularmente con la UNESCO – para llevar a las masas analfabetas de nuestro inundo las posibilidades de expansión humana y social que actualmente les están prohibidas, pues se trata aquí del desarrollo integral del hombre y de la humanidad, que tiende a abrir a todos el camino de la verdad, tanto de la verdad de la ciencia – el mayor factor de cultura y de progreso económico y técnico –, como de la verdad moral y espiritual, la única capaz de llenar sus altas aspiraciones.

Deseamos vivamente que la Conferencia de Teheran provoque sin ninguna duda, por sus trabajos y por su repercusión en la opinión pública internacional, una acrecentada toma de conciencia de este grave problema y que suscite una voluntad común de resolverlo con los medios apropiados. La UNESCO tendrá el honor de haberlo permitido y los pueblos quedarán agradecidos a Su Majestad imperial el Chahinchah Mohammed Reza Pahlevi, Emperador del Irán, por haber sido su promotor y facilitado su realización.

De todo corazón, Nos formulamos los mejores votos por vos, por el Señor Presidente de la Conferencia, el noble pueblo que la acoge, las delegaciones altamente calificadas que la componen y Nos pedimos sobre todos los esfuerzos consagrados a la lucha contra el analfabetismo la abundancia de las celestes bendiciones.

Desde el Vaticano, 26 de agosto de 1965.

 

PAULUS PP. VI

 


*ORe (Buenos Aires), añ XV, n°677, p.4.

 



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