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ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II
A UN GRUPO DE MUCHACHOS
DE LA ACCIÓN CATÓLICA ITALIANA


Martes 22 de diciembre de 1998

 

1. Os acojo con alegría, amadísimos muchachos y muchachas de la Acción católica.

Habéis venido de varias diócesis de Italia para expresar al Papa la felicitación de la Acción católica. Os agradezco de corazón vuestra presencia y vuestro entusiasmo. Sé que amáis mucho la Acción católica, que os enseña a ser apóstoles generosos y fieles de Cristo en la Iglesia. Saludo, así mismo, a vuestros formadores y a los responsables y asistentes de toda la asociación, que acaba de celebrar su décima asamblea.

2. Me agrada el tema de vuestro camino de este año: «Tengo tiempo para ti». Hace pensar, ante todo, en Dios: sí, Dios tiene tiempo para nosotros, y nos amó tanto, que envió a su Hijo al mundo. Al leer el evangelio, aprendemos cómo debemos emplear nuestro tiempo: debemos seguir el ejemplo de Jesús, que vivió entregado totalmente a su Padre celestial y a sus hermanos. ¿Recordáis lo que hizo cuando tenía más o menos vuestra edad? Permaneció en el templo de Jerusalén, y explicó a su madre, la Virgen, y a san José, que su misión consistía en dedicar su vida a las cosas de su Padre (cf. Lc 2, 49). En efecto, su misión consistió en gastar toda su existencia por cada hombre y cada mujer, hasta morir en la cruz.

Por el bautismo y la confirmación, todo creyente está llamado a seguir las huellas del divino Maestro. Esto significa seguir un camino de crecimiento. La Acción católica existe para ayudaros a seguir ese camino juntos, en la asociación, en la parroquia y en la Iglesia. De este modo, aprendéis a gastar vuestro tiempo y vuestras energías por los demás, los cercanos y los lejanos, como por los muchachos con quienes probablemente no os encontraréis jamás, pero que sentís como hermanos vuestros, porque todos sois hijos del único Padre, que está en el cielo.

3. Sed siempre fieles a Jesús, que quiere que seáis sus discípulos. Os deseo una Navidad santa y serena, así como un Año nuevo rico en frutos de bien. Que Dios colme de su amor a cada uno de vosotros y a todos los muchachos de la Acción católica. Estoy siempre cerca de vosotros con mi oración, y ahora, con gran afecto, os bendigo. ¡Feliz Navidad!

 



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